Las 7 de la mañana y poco que poder abrazar, y sí, no me importa decirlo, demasiadas emociones surcan ahora mi mente. A veces uno quiere cerrar los ojos pero ignora que, a pesar de eso, su corazón aún sigue abierto.


Sobre cruzar muros, acallar gritos y admirar silencios...

He estado unas pocas horas perdida, y a su vez terriblemente encontrada, encontrada en otros que parecían desgarrarme el alma. No puedo afirmar que estuviera de acuerdo en todo, pues estaría, como tantas otras veces, mintiendo, más sabiendo que miento también sin saberlo. Pero sí, por momentos no fui, y me sumergí en palabras de quienes pretender ir un poco más allá, que miran no sólo a los ojos, sino a través de ellos para encontrar un significado a tantas dudas que a tan pocos suelen abarcar.
Mentiría también si dijera que me sentí feliz entre sus letras, y mentiría si dijera que no juzgué las páginas que en esas horas retuve en mis manos, pero es que mentiría también si dijera que no estoy fascinada, ni aturdida, ni increíblemente satisfecha de haber pagado tan poco por algo que, sin duda, no tiene precio alguno.